I Did It My Way

Mis reflexiones sobre política, deporte y cultura

Al fin retomo, ya sin lamentaciones, la apacible y provechosa actividad de escribir en I Dit It My Way. Hablemos de europeas. Y es que ha llegado la recta final de la campaña de unas descafeinadas, como es habitual, elecciones al Parlamento Europeo. La participación en las mismas, como todo el mundo sabe, suele rozar índices calamitosos, aunque este año se espera que la línea descendente representada por sus índices en los últimos años modere su pendiente. La razón, en cualquier caso, de tal falta de interés por la ciudadanía en estos comicios parece evidente: salvo unos pocos, generalmente estudiosos de la materia, ni Dios sabe qué hace o para qué vale éste órgano. Y la verdad es que ello es razonable, la información que nos ofrece Bruselas al respecto es ciertamente escasa, nula, para no ser eufemísticos. Con ésto no quiero decir que exista un hermetismo total sobre lo que se cuece en la capital Belga (la página web del Parlamento es excelente, http://www.europarl.es/), sino que la voluntad de información de oficio deja mucho que desear.
Eso sí, los partidos nos inundan como de costumbre con la cantinela de ir a votarles asegurando que son momentos trascendentales. ¿Trascendentales para qué? Me pregunto yo. Y es que en España estamos rozando límites históricos de patetismo en nuestra política. No hay quien los soporte. Ni una idea, ni un proyecto, ni un gesto tendente al diálogo. "Votarme a mí para que no salga el otro" Ese parece ser el lema de todos. Y claro, en medio de esta nube de reproches y gilipolleces, se les olvida recordarnos para qué es útil el Parlamento Europeo. Así las cosas, un cero para la inexistente información recibida sobre la labor del Parlamento, tanto de la mismo organización comunitaria, como de nuestros pseudo-políticos.

Centrémonos ya en nuestra nefasta, como decía, clase política. Hoy he llegado con tiempo a Atocha, así que he decidido darme una vuelta por los alrededores para ver que propaganda electoral podía inspirarme para escribir. Sorprendentemente sólo he tropezado con panfletos del PSOE, empeñado últimamente en generalizar y descalificar a diestro y siniestro. Ahí tienen la foto ilustrativa. Y qué decir del PP, marcado por un líder descordinado con el nº 1 en las europeas, el olor a podrido del Caso Yak-Trillo, y la presunta trama de corrupción. Un cartel de lujo, vaya. Por cierto, estoy escribiendo la entrada con el periódico al lado. Me reservo decir cuál es. Paso la hoja y me topo con: "Rajoy reprocha a Zapatero que culpe a Aznar de la crisis". ¡Fabuloso! Dos verbos incriminatorios en una frase.

Voy terminando, para no cargar mucho el regreso. Y lo hago comentando la foto de la semana. La del avión procedente de Río con destino París que ayer desapareció en medio del océano. Una imagen dantesca, llena de dolor por las 228 personas que viajaban en el aparato y que salvo milagro surrealista, han fallecido al estrellarse con la mar. En medio del impacto de la noticia, hallo algo positivo: en Francia están tratando a los familiares de las víctimas con un trato ejemplar, aislándolos de forma perfecta, a mi juicio, del monstruo mediático que supone la nube de periodistas morbosos que pretenden testimonios desesperados para subir sus audiencias. Mucho tenemos que aprender al respecto, pues basta recordar lo que ocurrió en Madrid con el accidente de la aeronave de Spanair el verano pasado. Aquélla nube devoró a los familiares, y no dejó ni los huesos.